lunes, 30 de julio de 2012

AVE RAPAZ

Abro mis ojos amarillos. Levanto el vuelo a otro lugar. Sólo conozco el paisaje sideral del cielo. Pocas aves migratorias constituyen el tráfico aéreo, algún que otro visitante. Sobrevuelo caminos, maizales, ruinas. Dejo atrás fantasmas y otra fauna nocturna.

Estás en alguna parte de este bosque, noble cánido.  Rastreas la tierra húmeda, cruzas un riachuelo, se pierde tu olor. Lobo para ti mismo. Cazas y no dejas que se enfríe la sangre en el marfil. Tienes manada, pero eres realmente tú cuando estás solo. Te han intentado aniquilar sin advertir que hay amenazas peores.
Mi vista de rapaz te alcanza cuando encumbras el muro de un castillo derruido. Ágil silueta, sereno semblante. Desciendo.

Una vez huimos en sentido contrario, dimos una vuelta entera al mundo.
Te conozco de cuando éramos hombre y mujer.

2 comentarios:

  1. Explicaba la mitología helena que Zeus, el dios jefe del Olimpo ("el luminoso"), para zanjar la incógnita de cuál era el centro del Universo, soltó dos águilas desde sendos extremos del mismo (imaginemos para ello una concepción lineal del universo).
    El punto exacto de su encuentro fue Delfos, desde entonces, lugar sacro, cuya marca de santuario vino determinada por el ónfalo (omphalós: ombligo) que, desde antaño, representaba el centro de algo.
    Así se convirtió el conocido Oráculo de Delfos en el Ombligo u Ónfalo del Universo.
    Y quizás, esas dos aves rapaces terminaran por convertirse en un hombre y una mujer, pues de ahí nació todo.

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  2. Es posible, aunque en este caso mi fuente de inspiración es una vieja lechuza que duerme de vez en cuando en la rama del fresno. A veces parece venir de otros tiempos, con la mirada invicta de la propia Atenea.

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